domingo, 21 de febrero de 2010

¿Te apetece un Nespresso?

Vivimos en una sociedad donde el consumo no se limita a las cosas que compramos. También consumimos relaciones, cada vez más efímeras. Consumimos nuestra agenda, que rebosamos de compromisos y actividades. Consumimos tiempo y recursos en una carrera contra el ritmo natural de la vida. Somos la generación “Nespresso”, por la urgencia que aplicamos a todos los actos cotidianos de nuestra vida. Vivimos la cultura de la impaciencia, que en estos días llega a su zenit. Nuestra generación valora el éxito rápido, los resultados a corto plazo, pero ¿vivir así nos hace más felices? ¿Dónde queda el placer de la espera? ¿Qué queda de la cualidad de la espera? Antiguamente la paciencia y la lentitud eran virtudes para hacer grandes obras. ¿Puede haber excelencia sin tiempo y dedicación? La precipitación genera estrés, angustia y frustración.

Queremos que nuestros hijos sean los primeros en el cole. Les exigimos avances rápidos, en poco tiempo. Les robamos el tiempo. Nos convertimos en devoradores de fugacidades. Devoramos cosas y personas. Cada vez más exigentes, nos movemos a una velocidad de vértigo, entre miles de ofertas. Nos convertimos en una carrera contrarreloj donde intentamos ganarle tiempo al tiempo.

“Nespresso” es una generación que lo quiere todo ya. No tiene la paciencia de poner el café en la cafetera. Colocar el filtro. Encender el fuego y esperar a notar el aroma y el silbido. Todo ha de ser instantáneo. La impaciencia (La impaciencia se encuentra en la base de la mayoría de trastornos psicológicos) va en aumento en nuestra sociedad. El nivel de tolerancia es cada vez más corto. Estamos acostumbrados a no tener que esperar nada por las cosas. Por ejemplo, podemos ver una serie completa a golpe de ratón, sin tener que esperar semana a semana a seguir la trama.

Necesitamos educar la habilidad de tolerar la frustración, la soledad o el aburrimiento. La frustración surge cuando las cosas no suceden como yo quiero, en el momento que yo quiero y cuando lo quiero. Consumimos la inmediatez, la consumación de nuestro deseo. La gestión del tiempo tiene que ver con la manera como gestionamos nuestros deseos y las expectativas de frustración que puede significar no conseguir aquello que deseo.

Educar a una persona requiere tiempo y corresponsabilidad. Desde el bebé, ese ser que reúne un conjunto de necesidades, de precariedades y contingencias, hasta llegar a un ser que es capaz de hacer una subordinada, hasta que no tiene valores cívicos o no es capaz de mantener una conversación sobre la generación del 98… hasta ese momento, hay una magnitud de trabajo y de tantas personas, visibles, invisibles, anónimas, con títulos o sin, que se reduce a tiempo de dedicación. Y la educación es un proceso que requiere lentitud y no se resolverá con una pastilla o con la cultura de la impaciencia. A veces, padres y tutores, perdemos la paciencia cuando observamos que aquello que queremos transmitir no cuaja. Hay una expectativa, un deseo, pero no dejamos el tiempo para que se consume, generando una frustración inmediata.




Eduquemos en la digestión de la frustración. Eduquemos en la tolerancia del fracaso. En el poder del error y del tiempo.

P.D. Yo, por la mañana, tomo café instantáneo, pero por razón de cantidad, no de calidad.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

T'interessaria, a propòsit del que parles, un article de la historiadora Maria Milagros Rivera Garretas en què es refereix a les dos mesures mitològiques del temps, el de Cronos i el de Kairós, un passa i l'altre el gaudim, com tu ja saps. Sovint penso que em falla la paciència amb sa meua filla, ella mai no té pressa per res, no hi ha urgències al seu món; sovint penso que amb la meua interminable llista de compromisos urgents només aconseguiré alterar la seua dinàmica temporal. I un dia em trobo dient-li, la paciència és la mare de la ciència. Jo també vot per donar-li temps al temps.

oscar dijo...

Siempre tocando temas que nos afectan. Desde que me levanto hasta que vuelvo a la cama, mi día se hace una gran carrera. A veces, me preparo para comer un lato rápido y precocinado, porque no tengo tiempo. Entonces pienso en los garbanzos de mi madre. Tienes razón, lo bueno se hace esperar.

Cenicienta dijo...

Estic aprenent a disfrutar de la calma. Poc a poc saborejar el temps, si no volem fer tard, haurem de sortir uns minuts abans... i si arribam 5 minuts tard, què són cinc minuts a la nostra vida?

Les coses bones es cuinen fent xup, xup, a poc a poc i a foc lent.

Lacuerda dijo...

Peoncita, hace tiempo que no publicaba un comentario en tu blog, pero la entrada de hoy me motiva a hacerlo.
Siempre vamos con las prisas de un lado para otro. Igual sería conveniente pararnos a tomar un té mirando la puesta de sol. Buscaré la calma.

Dorothy dijo...

Prisas, llegar tarde, levantarse pronto, mirar el reloj 50 veces en cinco minutos, apretar un poco el acelerador, correr... Vivimos demasiado rápido, pero Jesús: ¡El Nespresso es un gran invento! Café de cafetería italiana sin salir de casa. Negro, corto, fuerte, con mucha espuma... Me voy a tomar uno, que se me hace la boca agua. ¿Alguien quiere?

chuscartes dijo...

Dorothy, uso el nespresso como metáfora. Estoy seguro de que es un buen café. je je je je. Vaaya publicidad que estoy haciendo y sin cobrar. Me voy a tomar el café de la mañana. mmmmmmmm. Ya me invitarás a ese nespresso. ^___^