lunes, 20 de octubre de 2008

MIS MUJERES DESEADAS

Todo empezó con Christina Rosenvinge, la que dijo “¡Chas! Y aparezco a tu lado”. Dios santo, Christina, la inmortal Christina Rosenvinge, del grupo Alex y Cristina. Durante el videoclip se sugería la naturaleza bestial y abyecta del deseo hacia esa adolescente. Uf, los labios de Christina. ¿Hace falta decir las horas que he soñado con esos labios? El caso es que, durante años, me dormía soñando con ella. Hasta que vi a Françoise Hardy cantando en la tele. ¡Qué mujer! Inmediatamente Christina me pareció insignificante. Lo mío con Françoise Hardy duró mucho tiempo, fuimos felices juntos, a pesar de la diferencia de edad. Desgraciadamente para ella, un día vi a Isabelle Huppert, y vivimos un amor loco durante cuatro meses; hasta que la abandoné por Helene Grimaud, la pianista, a la que dejé después por la sublime Tamara Rojo, gran bailarina clásica.

Durante años me he acostado con las mujeres más bellas (que no tienen nada que ver con las siliconadas oxigenadas del imaginario libidinoso colectivo). Era mi caldo de cultivo de fantasías, y mi exasperación frente a lo finito. Bueno, hasta que un día me desperté y me di cuenta de que esa noche había soñado con los abismos de la sacralidad y de la iluminación. Una aspiración dividida y seria, un proyecto y motivación fundado en la necesidad. Mi deseo, como toda flora sentimental, acaba siempre deshaciéndose en mil arroyos. Entra en un cierto paroxismo sentimental, una fase de saturación, síntoma de una fatiga ontológica, el hartazgo de ser siempre los mismos. Lo descubrió Sartre:

“Muy pronto supe que mi misión consistiría en salvar la realidad de su facticidad. (...) El cine fue para mí la experiencia de lo absoluto. Yo desaparecía en la oscuridad de la sala, para aparecer como protagonista en la pantalla. ¡Qué malestar cuando volvían a encenderse las lámparas! Había sido despojado bruscamente de mi importancia.”


P.D. He perdido otro kilo. Ahora peso 72.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Todos tus mitos eróticos son maduritas. je je. Me gusta que sean mujeres diferentes a las deseadas por la mayoría. besos. Patri.

Mérope dijo...

JE JE