sábado, 12 de junio de 2010

REFLEXIÓN SOBRE VALORES EDUCATIVOS

Los valores que todos, escuela y familia, acordemente reclamamos no son fáciles de cotejar entre sí. Por eso, inexcusablemente, tenemos conflictos entre unos y otros. Es fácil resolver una divergencia entre dos personas cuando están de acuerdo a mesurar sus discrepancias con un criterio común. Pero en el terreno de los valores el criterio de medida es él mismo,tan subjetivo y maleable como metafísico, valores (personales) que funcionan como «nuestros» criterios de medida. No las veo como convicciones éticas firmes y claras. No hay un consenso.

Mucho más relevante que la defensa de los valores en la escuela, en particular, y en la sociedad, en general, es su presencia activa en nuestro comportamiento, porque nuestro carácter no se apoya en el trato con la supuesta armonía del mundo de los valores, sino en el contacto con hombres de muy diferente valía. Parece oportuno preguntarse si la doctrina (por no decir perorata) del valor, si no va acompañada de la lección práctica del ejemplo, es algo más que la forma que logra el cinismo cuando no es lo suficiente consciente de sí mismo. Todos hemos entrado en centros educativos, donde al llegar el día de la paz, sus pasillos se llenan de exposiciones de palomas, corazones, flores y otras florituras, una exaltación iconográfica de la paz, u otros tantos valores, pero con un escaso discurso práctico a sus espaldas, con ambigüedades de contenido y sobrevaloraciones éticas en su gesto.

Vivimos en un tiempo en que la náusea existencialista está más que instaurada en cada uno de nosotros, haciéndonos creer que la agitación, el escándalo ante las injusticias es la medida correcta de nuestra moralidad. Es decir, es suficiente con quejarse, no hace falta que me levante o haga una muestra práctica. Sólo con palabras es suficiente, sólo con dibujar una paloma ya tenemos el valor de la paz (tan sobrevalorado como otros). Así no fomentamos la acción, sino la compasión, enturbiando la claridad moral necesaria para educar el juicio ético.

Todas estas familias y personas desde su indignación destruyen con su ejemplo. Están proponiendo sus contravalores en lugar de afirmar valores. Debemos ir con cuidado con la moralidad defensiva y con su poder contaminante.

No hay defensa ni para escuela ni para sociedad, ni mucho menos para cada uno de nosotros. El discurso actual de valores en la práctica, tanto escolar como social, me parece psicológicamente autocomplaciente, teóricamente débil y políticamente nulo. Podremos discutir mucho sobre qué valores tratar en el aula: interculturalidad, paz, igualdad… pero no llegaremos a nada porque estamos en el ámbito de la sensiblería. Un sistema educativo que olvida el papel que tienen en la formación de la persona valores como la voluntad, la ambición, el honor, la grandeza de espíritu, la autoridad, la disciplina… entre otros, es decir, la formación del carácter y de su capacidad de crítica constructiva, no puede llegar a un punto positivo.

Debemos trabajar en el desarrollo de la mejor versión de cada uno de nosotros, dando el valor a cada alumno para que adquiera el máximo de sus posibilidades, aprendiendo a dar respuestas inteligentes a las demandas del medio. Esto sólo lo conseguiremos abandonando la ciencia-ficción de festividades de valores, filosofías irracionales que celebran la inmediatez de la sensibilidad y abandonan la confianza en uno mismo. Para poder trascender en los demás, primero hemos de trabajar el deseo de trascender en nosotros mismos.

La naturaleza humana hace que los niños quieran saber. No hace falta trabajar el valor de aprender a aprender. La motivación está presente por naturaleza humana. Hay un deber moral de ser inteligentes y no avergonzarse con ello. La ética, pues, no se construye con una simple exposición de los valores. No funcionan como el sol, que con exponerse ya tomamos color. Hace falta un compromiso con ellos, una práctica, que acoja el deber moral de ser, más allá de la sensibilidad. Y este compromiso lo hacemos todos, padres y tutores.

7 comentarios:

Cenicienta dijo...

bona reflexió, la llàstima és que si els pares no implicats, i que fan servir l'escola com a lloc on guardar els nens mentres treballen o van a la platja, encara que es molestassin en llegir això no ho entendrien, només es quedarien amb un parell de paraules i encara les discutirien enfadats perquè a l'escola no ensenyau a prou...

m'agrada molt la teua nova imatge
una abraçada

Vero dijo...

Estoy muy de acuerdo. Sin embargo, hoy día no "está de moda" eso de querer aprender... ¿Cuántos programas de televisión tratan de, por ejemplo, debates literarios o entrevistas a artistas? Y no me refiero a artistas del mundillo del famoseo... me refiero a artistas pintores, músicos, poetas.
Haría falta que todo el mundo reaccionase YA. Las cosas no se cambian de un día para otro, pero si nadie da el primer paso las cosas van a peor.

Por cierto, casi pongo el mismo fondo en mi blog jejeje

oscar dijo...

Menuda pedazo de reflexión. Joder, eres muy crítico. ¿Qué te ha pasado con el día de la paz? Tienes razón que para educar en valores lo primero es vivirlos uno mismo y comparto la prioridad de hacer que los alumnos sean capaces de conocerse a sí mismos para entender a los demás. Pero creo que estos días especiales deben seguir existiendo en las escuelas. Puede que cada vez sean más hipócritas o cínicos, tal y como vivimos, pero algo hacen, aunque sea una exaltación iconográfica. Supongo que más que valores en sí, se trata de la prioridad de unos y otros dentro del sistema.

Una pregunta: La obsesión por esa presunta "educación en valores", ¿no está produciendo el efecto contrario al deseado?

chuscartes dijo...

Óscar, la mayoría de los valores que se trabajan en las aulas se han decantado básicamente hacia la tolerancia personal y colecctiva de los derechos de los demás. Esto puede llevar a pensar que cualquier comportamiento es admisible, por incómodo que nos resulte a los demás. Creo que los valores han de llevar a la reflexión, pero no sólo por parte del alumnado, sino también por parte de todos.

Verónica, pensar no es algo que guste. da miedo un pueblo que piensa y que es crítico. La gente prefiere ver un partido de fútbol entre Camerún e Irlanda, a ver a Punset, por poner un ejemplo. Socialmente hay una huída hacia los reality show. Esta manipulación social nadie la critica. Y eso me jode mucho.

Cenicienta, sé que no ho entendrien. I el pitjor de tot és que cada vegada es superen més. Costa que entenguin que hi ha valors que entren en conflicte i conflictes per la manca de valors.

cristina dijo...

Jesus...
No sé què dir, m'has deixat sense paraules.
Estic d'acord en tot.
Ara bé, m'he quedat una mica angoixada per tu, estàs bé?
Què t'ha fet arribar a n'aquesta reflexió (que no pataleta)??
Saps que m'agrada discutir amb tu de pedagogia però aquesta vegada m'has "embelesat", m'ha agradat tant com la flessada dels ossets amb la dedicatòria devora...
Cuidat molt poeta!!

Lacuerda dijo...

peoncita, le das muchas vueltas a lo que sucede en el mundo. Por mucho que quieras, hay cosas que no se pueden cambiar. Además, yo creo que es bueno celebrar el día de la paz. si no lo hacemos, aunque sea un solo día, habrá centros que ni lo hagan. Yo he perdido el objetivo de la escuela en general. Y mira que conozco el currículum. Pero cada vez veo la escuela más desligada de la realidad. Igual me equivoco o no lo ves igual. Bueno, no te estreses, que te quedan pocos días.
Besitos.

Anónimo dijo...

Frente a esta contradicción evidente entre valores educativos y contravalores sociales, hemos de plantearnos, como profesionales de la enseñanza, el asumir la existencia de una determinada realidad social, conocerla y analizarla críticamente, actuando decididamente con una intervención educativa en favor de la modificación y mejora de los valores asumidos socialmente.