sábado, 30 de agosto de 2008

Madame Bovary y yo


Esta noche soñé que estaba en casa de Emma Bovary, en la campiña francesa, rodeado de viñas y silencio. Es cierto que era una mujer muy atractiva, pero acabó alterándome de los nervios. Pretendía convencerme de lo maravilloso que es el cuerpo eclesial. Yo le recriminaba que eran unos farsantes que jugaban con el miedo de la gente, y que tenían a los creyentes pillados por los huevos con aquello del pecado original. ¡Joder, según ellos somos pecadores mucho antes de poder realizar un pensamiento! ¡Pero si cagamos porque estamos programados ¿cómo voy a ser un pecador? A la mierda! (Y con esto mando a la mierda a los hipócritas que nos dan un Dios-Padre castigador. Y luego quieren que no seamos budistas.) Por suerte, apareció S, como Rapunzel, y me lanzó sus trenzas para llevarme a otro lugar, lejos de los buenos vinos y de las malas mujeres.

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