Vuelvo sobre el azar. Me doy cuenta de que necesito encontrar la cuestión que sustituya la vieja magia religiosa, para poder seguir bostezando en este mundo. Reconozco que conservo cierta nostalgia del platonismo, ya que (aunque lo odie) da cierta seguridad. Busco en los nuevos mitos, alguno que le dé profundidad a la vida. Estuve releyendo a Karl Jung y su concepto de la sincronicidad: existencia de coincidencia significativas, las cuales en si mismas ocurren por azar, pero son tan importantes que remiten a algún secreto principio paralelo de causalidad (no casualidad). La causa del movimiento se encuentra en las sincronías. Pero en el fondo, creo que sigue relacionado con los arquetipos míticos (los dioses).
Nunca me tomé en serio a Jung. No creo en esa sincronicidad lineal, dónde lo que yo hago se mueve de manera paralela a otros movimientos, siempre con un patrón de causalidad mutuo. ¿Por qué negar los movimientos de ascenso o descenso, retroceso o de desviación? Según lo que entendí de la teoría de las cuerdas, al menos, lo que uno hace y piensa es automáticamente modificado por lo que hacen y piensan los demás. De este modo, las consecuencias son imprevisibles e infinitas. Para complicarlo, añadamos que cada una de esas decisiones puede ser real en un ámbito paralelo al nuestro. (Uf, yo sólo quería encontrar mi espacio mágico.)
Confiar en el azar, sin causa ni conciencia, es aceptar que no existen las leyes divinas o naturales, es decir, no se puede obedecer o desobedecer a nada, tan sólo existe el movimiento. Pero mi decisión si que tiene conciencia, o al menos está legislada por mis decisiones. Entonces, ¿qué es el azar? Según el taoísmo tiene que ver con el arte de acertar. Tiene que ver con el obrar indeliberado y desapegado que coincide con la espontaneidad de la natura. Así pues, entiendo que no hay nada determinado ni programado (Ya que no hay leyes ni seres superiores). Existimos a medida que nos determinamos en cada uno de nuestros encuentros eventuales. El azar (movimiento natural) crea los encuentros, que más tarde nos mostrarán los nuevos caminos que el azar volverá a asociar con otros.
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