Me encuentro en plena disyunción: dos abismos se abren, uno a mi izquierda y otro a mi derecha, con sus centros de atracción apuntando hacia mi masa emocional. En el lenguaje lógico, la disyunción puede ser de dos tipos: excluyente (O practicas la castidad o, de lo contrario, perderás tu alma) o no excluyente (Puedes entrar en la sesión de la tarde o de la noche). En este caso, mis dos axiomas (abismos) son excluyentes, de manera que no se puede dar la posibilidad de ser lanzado, atraído o empujado a los dos centros a la vez.
Sacralidad e Iluminación. Son dos axiomas omnipresentes (omnipotentes). Necesito extraer las consecuencias axiomáticas relativas a las funciones de cada una de ellas, antes de decidirme a caer por alguno de esos abismos. No se trata tanto de conectar sus predicados (sus pertenencias), sino de mostrar sus coincidencias, su presencia simultánea en un mismo lugar/individuo. No todo lo que predica la sacralidad está, por ella misma, sujeta al predicado de la Iluminación, pero los dos se encuentran a la vez en un mismo sujeto, que soy yo.
Después de un Poleo Menta (ya sé que queda ñoño, pero es lo que tomé) con Ana y Noemí; después de sacar el tema de manera involuntaria (yo no quería) y acercarnos a la Sacralidad (en su mismo centro), descubro que cada abismo tiene su propia fuerza de atracción, muy distinta una de la otra, pero de igual potencia (Gracias chicas). Ahora llega el momento de hacer cálculos y saber a qué abismo me acerco. Maldita sea! Nunca se me dieron bien las matemáticas! Y... la filosofía sólo me lleva a caminos sin salida.
1 comentario:
em pregunt com em diràs a mi...
Publicar un comentario