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domingo, 12 de febrero de 2012

AGNUS DEI

Aquest cap de setmana hem pogut assistir a una nova representació teatral de qualitat a Eivissa. Confesso que des de "Las criadas" del grupo Y no havia sortit tan meravellat de la sala.

Les pulsions que mouen a les tres actrius i les seves ressonàncies de gran potencial interpretatiu tenen com a resultat una contundència inqüestionable damunt de l'escenari. Això és el que fan Àngels Martínez, en el paper de Mare Miriam; Rosario Beholi, en el paper de la Doctora Martha Livingston i Paula Ramos, la jove de 16 anys que encarna a la Germana Agnès. La comunicació i la sinergia entre les tres actrius, junt a una disciplina artística del seu director Antonio Cantos dissenya damunt de l'escenari una història que fascina i deixa astorat. La temperatura artística puja per legitimar una feina quasi perfecta. Si bé, les tres dones mostren unes excel·lents dots interpretatives, vull remarcar la posada de llarg de la jove Paula Ramos, qui debuta amb un personatge que va in crescendo damunt de l'escenari.

Lluny de les herències estètiques cinematogràfiques, Agnus Dei es construeix fermament, esdevenint un referent per si mateixa. Retorna la confiança a un públic exigent, saturat per propostes que no desperten l'interès per descobrir una programació treballada i acurada, ajudant a un procés lent i progressiu de culturització teatral. Per desgràcia, Eivissa necessita crear aquest patrimoni teatral que connecti amb el públic fent de cada actuació un esdeveniment únic. Però això ja és un altra tema.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Tele - femeter


El meu odi cap a la televisió, concretament cap a la nova televisió-femeter que vivim, no és cap sorpresa. Aquells qui em coneixen saben que no suporto la merda audiovisual que ens posen. Quan dic que jo no veig sa tele, sempre apareix algú que em mira desafiant o incrèdul, però és la veritat. Però des de fa un temps, s’uneixen a sa televisió alguns diaris d’extrema dreta. Tots coneixem molts d’exemples de les barbaritats que es diuen diàriament en televisions i periòdics d'extrema dreta que han fet de la insídia, el rancor i la manipulació el seu llibre d'estil.


Ens omplen de infames escombraries, que avui abunden en el si del “periodisme”. Els responsables dels mitjans, excusant-se en la llibertat d'expressió i la pluralitat, presten el seu espai a personatges que fomenten l'odi, la xenofòbia, el masclisme, la desinformació i la mentida davant la indiferència de la gent. 


Us convido a apagar sa televisió, a no deixar-vos intoxicar per les mentides de persones que es consideren periodistes “rigurosos”. Apageu la tele, aparqueu els diaris. Hi ha una vida real fora d'ells.



sábado, 24 de septiembre de 2011

UN DON GIOVANNI DE PENA


Ayer asistimos al fraude artístico más grande que hemos podido ver en Ibiza en los últimos tiempos. Me refiero al montaje Don Giovanni. Normalmente no acostumbro a hacer críticas destructivas de lo que veo, simplemente no digo nada o no lo recomiendo, pero después de las palabras iniciales de su director, mi rabia fue mayúscula. Su director se ponía una medalla al mérito por llevar la ópera al pueblo de Ibiza, un pueblo “inculto” y “bárbaro” en este arte. Ignora que entre el público había “eivissencs” con un sentido crítico y que conocen muy bien lo que es la ópera y lo que es el trabajo de dirección. Eso es lo que me mueve a desenmascarar lo que creo que es un timo, una estafa.

Por lo general, el público no tiene dificultad en aceptar incongruencias de inflexión o de vestimenta, o en precipitarse del mimo al diálogo, del realismo a la sugestión. Sigue el hilo de la historia, sin saber que se han infringido una serie de normas, aunque el montaje se caracterice por una cierta uniforme esterilidad. El espectáculo al que asistimos ayer se nutre de unas horrendas máscaras, la de lo sucio y lo vulgar, dando lugar a la rudeza. Este es el teatro del ruido, y el teatro del ruido es el teatro del aplauso, y por lo visto lo sabe muy bien su director.

No criticaré el trabajo de los músicos o de los intérpretes. Ellos lo hicieron fabulosamente, destacando algunas voces por encima de otras, pero el “trabajo” de dirección me pareció una falta de respeto al público, y mucho más acentuada a los que sabemos de qué va la cosa. Truculentas escenas, adulteradas en su trama y capadas para que encajen en una línea marcada desde dirección, que se nutre elementos desagradables, discordantes y destructivos, actores y actrices que no saben moverse por el escenario, que no justifican sus movimientos ni sus acciones, mucho menos sus sentimientos; bailarinas que aparecen en escena sin una excusa... La construcción de los personajes es pueril y de mal gusto, aparte de no tener nada que ver con los originales. No quisiera que se me tildase de conservador. Soy el primero en aceptar que una obra se adapte a un contexto histórico diferente. Pero lo que no tolero es lo que vi ayer. Y sólo vimos el primer acto, porque en el descanso, hastiado de semejante desfachatez abandonamos el Palacio de Congresos.

No se pueden cambiar elementos del argumento sin una justificación. Por ejemplo, y creo que con uno habrá suficiente, durante el aria de de Anna: "Or sai chi l'onore – Él és quien intentó robarme mi honor", no se nos muestra una mujer que ha sufrido un intento de violación y que ha asistido al asesinato de su padre (que por cierto el director mata en la primera escena de un ataque al corazón). Nos presenta una mujer despechada y llena de ira, algo incongruente con la trama y los sentimientos que pone Ottavio en el aria "Dalla sua pace – De su paz, mi paz depende". Y como son incongruentes, el director decide eliminar dicha aria (para mi gusto una de las más bellas de la ópera).

Podría dar muchos más ejemplos de la desfachatez de lo visto: un equipo del C.S.I. renacentista que levanta el cadáver del Comendador, un Leporello que saca de su bolsillo una ristra de bragas para mostrárselas a doña Elvira, una felación de  Zerlina, una Zerlina prostituida, elementos que distraen de la escena injustificados y de mal gusto… Si me decido a hablar así es por la provocación de este señor sobre un público inteligente. Ante semejante fanfarronería artística nos planteamos ¿Cuánto dinero ha conseguido este señor de las instituciones públicas para hacer su Don Giovanni? Porque actuar en el Palacio no es barato… Estamos en una época de recortes sociales, y tenemos que asistir atónitos a un espectáculo que pretende ser arte y se queda en el camino. Sólo siento los 100euros que nos costaron nuestras entradas.

Este señor no se vuelve a reír de mí. Si quiero ver ópera seguiré cómo hacía hasta ahora. No necesito de “salvadores culturales” ni de pseudointelectuales que juegan con un público inexperto y se burlan de un público entendido que no le perdona su nueva producción.