sábado, 11 de octubre de 2008

Deseo patético





Desde hace unos meses, tras la vuelta de Escocia, soy consciente de mi manera de escribir poesía y destilar sentimientos. Considero que soy un hombre que busca una historia en cada mujer que se cruza en su camino, ya que ellas, y sólo ellas, me proporcionan el deseo necesario para poner la maquinaria en funcionamiento. Pero sólo podría contar una historia: la de aquella mujer cuya fuerza gravitatoria me convierta en su sombra, en su perseguidor, con un fin difícil de definir.

Escribo, desde múltiples ángulos de pensamiento, una especie de borrador, un texto lleno de preguntas y reflexiones sobre esas personas que se cruzan. Fuera de mi texto, la realidad se va creando a partir de los diferentes planos y coordenadas de los transeúntes, de cada una de esas personas que transitamos la ciudad. "Dejaba yo zambullirse hasta el fondo de mi alma cada rayo de luz, cada pájaro, cada pensamiento; apuraba hasta las heces el más pequeño dolor. Bebía también un poco...Oporto, vino de Tavel...Iba a enamorarme, ¿no es eso?" (Giraudoux)

Voy construyendo la realidad, desde mi mirada de ser patético. Patético en el sentido que propone Giraudoux: "...trataba, por su amor, de ser sencillo, de evitar mi alma patética. ¿Patética? ¿Pero qué son la blancura, las manos, los ojos para los patéticos? Cuando un corazón estalla en su presencia, ¿se limitan a cambiar frases sin lazo alguno con los corazones, y pronuncian adrede frases anodinas: la primavera es una estación, el perro es un amigo? ¿Tienen, pues, que matarse, siendo así que una sola metáfora, una sola palabra noble puede cortar el nudo formado repentinamente en su alma, cuando se ven obligados a comparar a la mujer con una esfinge que se olvidó del secreto, el minuto con el balancín de una hora inmensa, o, más sencillamente, en su simplicidad candorosa, su corazón con un navío, su amor con el mar?"


Como decía, construyo la realidad a partir de la mirada, apreciando aquello sombrío que me rodea, por contraste con el ser amado al que anhelo. Intento construir con objetividad, en contraste con el subjetivismo del corazón que se ha enamorado. (Demasiados giros) Todo esto es para decir que he cambiado la temática poética. He dado un nuevo giro, abandonando la muerte y sus miedos. Ahora es tiempo de deseo. No estoy creando una imagen nítida porque estoy sostenido por ese deseo, que en definitiva, es el motivo para poder seguir observando a todas aquellas que se cruzan en mi camino.

1 comentario:

Mérope dijo...

"la de aquella mujer cuya fuerza gravitatoria me convierta en su sombra, en su perseguidor, con un fin difícil de definir..."
Finalment pots definir aquest final