miércoles, 21 de octubre de 2009

El absolutismo del romanticismo

James Joyce decía que la historia es una pesadilla. Se equivocó: las pesadillas se disipan con la luz del día, mientras que la historia continúa su inexorable marcha por encima de nuestras menesterosas cabezas. Los románticos (hablo del movimiento filosófico-artístico, no de los personajes sentidos de nuestra sociedad) percibían los sueños como el motor lírico de sus experiencias. Entendían que el sueño no era más que poesía involuntaria. Se habla de la genialidad de los sueños, y se entiende que en el artista se dan la mano lo inefable y el genio. Creo que la poesía no es el sueño, ni enciende ni apaga la luz del mundo.

Con el tiempo entramos en la viscosidad ligera y frágil de la contemporaneidad, donde todo tiene la apariencia de lo simultáneo y repetible. Vivimos una época donde casi todo se entiende como talento y genio, imprescindibles para crear, pero no justifican la creación artística de nuestros días. No hace Historia, no hace del mundo una narración.

Este post de hoy es para llamar la atención sobre la necesidad de asumir la responsabilidad de indagar en el presente sin perder de vista las claves históricas del pasado. Desde el Romanticismo asistimos a una absolutización del arte, que se reduce progresivamente a la esfera de la privacidad, de la intimidad subjetiva, mientras que por otra parte vuelve a sentirse necesitado de la financiación pública para su subsistencia (el teatro, por ejemplo). No resulta difícil vislumbrar que la estética romántica precede y conduce a las posiciones absolutas de «el arte por el arte», el snobismo y la bohemia, siempre dentro de la esfera burguesa de la privacidad. Romanticismo y subjetivismo van de la mano, pues, en cuanto la estética romántica supone la focalización de la estética en la expresión de la intimidad, que se inicia desde la poesía y acaba afectando al resto de las esferas de la vida espiritual. El ámbito estético es entendido como el ámbito central y nuclear de las esferas de la vida y de la acción.


Me gustaría negarme a seguir pensando y sintiendo como los seres de hace unos siglos. Pero la pérdida de las perspectivas nos hace entender como arte meras repeticiones o imposiciones "políticas". La historia es una fuente constante de pesadillas que el hombre viene a ordenar desde su voluntad o su deseo. Pero no siempre la racionalidad es el horizonte a que aspiramos para regresar al día. Como individuo me veo abocado al caos, lleno de inseguridad y angustia, porque siento que todo está por hacer y no siempre es posible.

1 comentario:

Lacuerda dijo...

No entiendo de lo que te quejas. Bueno, ni siquiera sé si te estás quejando. ¿Es sobre las subvenciones? ¿No te pagan?