sábado, 29 de mayo de 2010

PERSONAS HIGUERA

De pequeño me gustaba jugar a la sombra de las higueras. (Ya desde una edad temprana he huido del sol). Había una cerca de casa, en el camino que unía Casas Baratas con Can Misses. Era majestuosa, con sus puntales de sabina y sus ramas bastas. Sus hojas eran un fuego fatuo que me encandilaba y me llevaban a imaginar mis juegos. A medida que fui creciendo, me fui fijando en los agujeros de su tronco. Me encantaba llevar mi boca a ellos, como si de oídos se tratase, y le confesaba mis secretos. Pronto se convirtió en mi confidente. Allí podía dejar lo que me avergonzaba, lo que me pesaba. Luego cerraba el agujero con una piedra o con barro. Sabía que era un ejercicio de confidencialidad más potente que el que pudiese hacer con un cura en el confesionario, y más liberador. Ahogaba mis pérfidos y cenagosos impulsos. Le cantaba y no le mentía. Apoyaba la mejilla y notaba el retumbar de su sabia.

Cuando llegaba el verano, comía de sus higos, el fruto de mis palabras inflamadas. Me encantaba el ligero picor, el ardor, que me causaba en los labios la leche de los higos. Aquella higuera me ayudó a correr tras mi destino, recordando que tras la desnudez total y la muerte del invierno, siempre llegaba un calor primaveral que renovaba la sangre. Y llega en ocasiones tropezando o faltando la respiración, pero recordando que la vida tiene momentos excepcionales.

Hay momentos y personas que me recuerdan cuando estaba bajo la higuera. Tengo la suerte de haber encontrado personas-higuera en mi vida. Algunas están desde siempre, otras han entrado hace poco. Son personas que nos acogen en sus brazos, por toscos o rudos que nos parezcan, pero que dan calor y paz. Personas que escuchan sin esperar nada a cambio. Son las personas que me dan confianza y seguridad. Personas que sin pretenderlo me protegen y me amparan.



Gracias.

3 comentarios:

Cenicienta dijo...

M'encanten les figueres, de petita tenia el meu gronçador penjat de la branca d'una, els meus jocs eren a l'ombra de la figuera, i recordo l'artil·lugi que va fabricar el meu pare per agafar les fiques més altes, i recordo com tallava la llet la meua güela amb un tany de la figuera. M'encanta el tacte de les fulles de les figueres. M'encanta ser una figuera

oscar dijo...

Todos necesitamos desprendernos de aquello que llevamos dentro. Me gusta ser una higuera para ti. La próxima vez que tenga algo que contar me iré a la que tengo frente a casa y le susurraré en sus huecos. Luego la taparé con una piedra.
Un fuerte abrazo, muchacho.

Dorothy dijo...

Tener personas higuera es maravilloso, pero cuando te das cuenta de que alguna de ellas deja de serlo o en realidad no lo es te sientes muy vulnerable. A mí no me gustaban las higueras, era más de olivos, hasta que descubrí que las raíces eran tan grandes como las copas. Desde entonces, ¡Me encantan las higueras!