domingo, 26 de diciembre de 2010

Balances

A diferencia del cuerpo de los animales que nace dispuesto al fin de un proceso biológico, nuestro cuerpo al nacer, es un caos lleno de posibilidades”. (R. Alves 1996)

Llevo un rumor de versos en la cabeza que no me deja descifrar aquello que quiero sacar hoy. Un rumor patético (cojo la palabra desde su raíz griega pathos – enfermedad, sentimiento o emoción) que no me permite concentrarme. Quise escribir un recuento del año que está a punto de marchar, pero no consigo ordenarme y mucho menos pensar hacia atrás. Normalmente no me cuesta caer dentro de mí. Me confunde un poco no reconocer los obstáculos que no me dejan escribir hoy. Supongo que será la bruma de la mantequilla caliente de la cafetería donde desayunaba, o la frágil superficie de las horas.

Hubo días de este año que cedí mis versos en medio del silencio de una madrugada desnuda. Me recuerdo recitando en la calle al volver de una fiesta, o sobre el escenario, mientras sentía la corrupción del tiempo, gota a gota. (Hoy me veo alzando un proyecto poético con cello de fondo) He encontrado y he despedido a personas a las que quería, quiero y querré. Sentir la ausencia de unos y la presencia de otros hace palpitar esta pequeña burbuja de tiempo y soledad que soy. Supongo que es la fiesta de pensar en ellos. Pensar y sentirlos en mi intimidad y en el salto al imaginario. Pero estoy sereno. NO me siento derrotado. (Qué hondo es el pasado). Creo que si estoy comedido es para sobrevivir.

Son muchos los momentos de este año que me han llenado. Ahora estallan en la memoria y desvelan la construcción de lo que soy hoy. Con cada día que pasa me hago más consciente de las pequeñas cosas que me hacen feliz. Me hacen mantener mi esencia inalterable: una genuflexión nocturna ante un escaparate, una taza de chocolate con brownis fugitiva, una conferencia sobre las matemáticas del tiempo, unos poemas sobre papel, conciertos de cuerda de valor eterno, el folclore de unas estrellas, metáforas y rimas que no aciertan a encontrar la exactitud, un trozo de pan tostado con ajo, unos alumnos que revelan mi destino, una excursión por Dalt vila, un viaje a Portugal, una mirada de complementación… Debajo de la escarcha de la memoria siempre hay alguien que me hace feliz. Me siento dichoso de todas nuestras vidas, misteriosas y breves, como de todos los versos que hemos escuchado.

Hoy agradezco a tod@s cada uno de esos momentos. Y me muevo con el deseo de mejorar el nuevo año que nos viene a recibir.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas gracias a ti por hacer que seamos un poco más felices. Carmen

Cenicienta dijo...

Crec que el balanç d'aquest any que s'acaba és positiu, no per la mitjana que farien els dies dolents sumats als bons, sinò perquè al final el camí que has trobat compensa tot el que has patit. Només em queda agraïr-te que em deixis formar part d'aquest camí. T'estim amic.

oscar dijo...

Cuando se fue nuestro amigo lo sentimos y lo recordaremos durante tiempo. Yo me quedo con los grandes momentos de risas que hemos vivido este año. A pesar de que no nos hemos visto mucho haces que sean intensos. Es mucho lo que ofreces y lo que nos aportas con tu visión cínica del mundo.
De parte de Berta y de éste servidor, que seas feliz.