Hacía tiempo que no acorralaba la Sacralidad en mi mente. Supongo que aún me quedan vestigios inconsolables en la memoria. Llevo varios días soñándola, en un último estertor adherido a las sábanas. Ahora que la Iluminación es un lugar neutro en el tiempo, la Sacralidad vuelve con su cuerpo transitorio. Esto me hace buscar coartadas, pretextos, excusas para llegar a entenderla. ¡Maldita frecuencia dudosa del deseo! Hay tantos cuerpos provisionales, ¿y yo me remito al mismo, con sus abreviaturas y armonías? ¿Qué validez tiene mi distancia, mi desorden de lo vivido, si no habito los espacios contiguos?
He pasado una tarde de playa, tomando el sol y ordenando las estructuras de unos relatos, retomando ideas para textos teatrales... Una caña, mis gafas de sol, apuntes y distancia frente al mundo. Creo, que en la base de algunos de esos textos, se esconde la Sacralidad o, más bien diría, se expone. Ay, O rompo mis muros de vidrio, o sobrevivo a lo idealizado.
He pasado una tarde de playa, tomando el sol y ordenando las estructuras de unos relatos, retomando ideas para textos teatrales... Una caña, mis gafas de sol, apuntes y distancia frente al mundo. Creo, que en la base de algunos de esos textos, se esconde la Sacralidad o, más bien diría, se expone. Ay, O rompo mis muros de vidrio, o sobrevivo a lo idealizado.
3 comentarios:
No entiendo nada. ¿De qué religión eres? Antonio.
¿Qué tiene que ver la religión, Antonio?
Antonio, el texto va más allá de la religión. No hablo de esa religión.
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