Se acerca el final de estas mini-vacaciones: noches de vodka rojo, cafés concierto hasta tarde, compañías extrañas sin corbata, mañanas de resaca y mercado, paseos por la playa e intentos de escribir algo legible (pseudobrillante) . Mi convenio frágil con el tiempo se acaba, y mis pesadillas con las hadas se diluyen en la conciencia. Y en medio de todos ellos, fugaces como un relámpago, las palabras que trazan un laberinto; el mismo laberinto del que sólo se sale con palabras.
Cualquier habitación es un secreto.
4 comentarios:
Tio, hacía días que no hablabas. Que tomes vodka lo entiendo, pero ya iba siendo hora de dejar los sueños con hadas. aunque hay hadas bastante atractivas, ja ja ja. Lo que no entiendo son los secretos de las habitaciones. Antonio
Antonio, tal vez tenga una chica en cada habitación y no quiere que se conozcan. Igual está la Sacralidad o la otra... ja ja. Por eso está hecho un lío con las palabras y los laberintos. Patri
Nunca lo sabreis, lo que pasa es que le va el misterio. Tanto juego de palabras... que juguetón, o, ni él mismo lo sabe...
No entendéis nada. Se acaba de mudar y el laberinto de las palabras se encuentra en su habitación trastero llena de cajas por desembalar, bàsicamente libros y apuntes que ordenar, y cuando busca alguno en concreto no lo encuentra. Con las hadas tiene pesadilla no dulces sueños, o sea que son las hadas profesionales o pequeños querubines con les que de nuevo tiene que lidiar. La extraña compañía soy yo, sin corbata claro que estropease mi espectacular escote. Besos. Ondina el hada (que está) buena.
Publicar un comentario