jueves, 1 de abril de 2010

PRIMAVERA EXISTENCIAL

Si me alzo como existencialista, creo que no le vendrá de nuevo a nadie. Además, lo hago como fruto de un proceso y no por una moda. Pero es que estos días, leyendo a Kierkegaard en la búsqueda de explicaciones (también me sucede leyendo a Sartre) descubro la perspectiva del enamoramiento existencialista. No es que hable directamente del acto o la emoción, pero si que da ciertas pistas. Hay que destacar que el existencialismo nunca fue una corriente homogénea. Se generaron muchas controversias internas, incluyendo el tema amoroso.



En Diario de un seductor, Kierkeegard nos dice: “la mayoría de los hombres se lanzan al barullo, se enamoran o cometen otras tonterías y, en un abrir y cerrar de ojos, pasa todo y ellos no saben ni lo que han ganado ni lo que han perdido”. Presenta un juego, el que mantiene la emoción y la lógica calculadora, “bajo los más fríos y claros pensamientos corren, a veces, los sentires más apasionados”.

Para el existencialista el presente es soledad, vacío que hay que llenar con presencias, porque la vida es corta y el momento se va. El Memento mori, el Carpe diem... Con el enamoramiento vivimos el presente sin sentir el peso del futuro, sin sentir su presencia. Llenamos, abatimos, derrotamos al vacío. Pero el existencialista lo hace con una diferencia: no concibe la construcción de una vida de futuro. No malinterpreteis esta visión como el "aquí te pillo, aquí te mato". Aclaro esto.

El núcleo esencial del existencialismo, ese tiempo presente, conforma lo que somos, de manera que nunca somos algo fijo para amar. El enamoramiento sería ese momento en que el vacío se llena por un instante, porque después todo cambiará. Es el río en el que no nos podremos bañar dos veces de Heráclito, porque cada instante, cada curso es diferente. Se podría decir que el surgimiento del amor es "un encuentro fugaz de dos soledades, un fuego que hay que alimentar constantemente para que no se apague" (Sartre). Una sucesión de instantes presentes. Es cierto que también afirma que su fuerza dependerá del sentido o significado que tenga para las dos personas. Como consecuencia podemos decir que cabe la posibilidad de enamorarnos a diario, de la misma persona o tal vez de una diferente, da igual.

Kierkegaard rompe un poco con el existencialismo más voraz y defiende que el cultivo mental y espiritual del encuentro amoroso vale tanto como el real, y para que éste tenga sentido, es muy importante que tenga exclusividad. El sentido está por encima del encuentro presente y físico. Kierkegaard no cae a su pasión, no cede al cumplimiento del deseo. Hasta en sus momentos más intensos controla el enamoramiento. Es el miedo a perder la lucidez si somos absorvidos por el deseo.Se podría comparar con la filmogafía de Bergman (mi director preferido despues de Allen). Kierkegard hace de la seducción una poética, se centra en la magia de la palabra, mientras que Bergman lo hace desde la estética fílmica, en la representación de ese instante. Desde el levantamiento de la máscara.



Lo que más me molesta de este tipo de vivencia amorosa es que otorga a la persona la decisión de amar segundo a segundo, día a día. El enamoramiento existencialista es una decisión, más que una entrega al otro. En cierta manera, hago mía la frase de Jaspers cuando se refiere a Kierkegaard y su acto de seducción: "Nos produce vértigo su manera de estar perpétuamente en movimiento".

(la imagen pertenece a la película Persona, y el vídeo a Como en un espejo, de Bergman)

2 comentarios:

oscar dijo...

Ni existencialismo ni hostias. Creo que escondes tus miedos en esta corriente filosófica. Gozas mucho como espectador de la vida pero no te lanzas al escenario. Te lo digo así para que me entiendas mejor.

Puedo compartir la exigencia ética de tu adorado Kierkegaard, pero porque incluye la responsabilidad. La pregunta a hacerte sería ¿eres responsable, desde este punto de vista, con tu vida emocional?

Lacuerda dijo...

Menuda parrafada que nos has soltao. Te quedarías a gusto. Lo único que puedo decir despues de leerlo es que los sentimientos son para sentirlos. Siempre te digo lo mismo. No he leido a esos filósofos ni ganas. Cada uno tiene sus ideas sobre las relaciones de pareja.
Lo importante es el respeto. Con eso podremos llegar a cualquier parte.