Platón nos enseñó que habitamos en una caverna, encerrados, encadenados, viviendo de reproducciones y falsedades, mientras en el exterior se desarrolla la vida real. Al final, la existencia se desarrollaba como una lucha por salir de la caverna. El hombre debía deshacerse de sus ataduras y salir al mundo de las ideas, el mundo real, el mundo iluminado por el sol.
El problema es cuando no eres tú quién habita la caverna, sino cuando es la caverna la que habita dentro de ti, con su abismo pavoroso que te obliga a ser quién no quieres ser. En este punto, la necesidad de liberarse de la oscuridad interna es imperiosa. Es como si tuviese una niebla espesa ofuscando la mirada, con una tendencia suicida.
En momentos como los de hoy, que me encuentro aprendiendo a ser quien soy, todo lo que hayo en el filo del abismo, dentro de esa cueva de figuraciones y mitos, hace parecer que me derrumbo. Mi poca apariencia de seguridad se sumerge en un laberinto, sin encontrar el equilibrio. La vida se convierte en una guerra contínua contra uno mismo. Pero por suerte, de la oscuridad puede salir luz, de la guerra la paz.
Tal vez sea bueno perderse en esa caverna que nos habita, para poder encontrarnos, sin máscaras, sin guiones teatrales. Encontrarnos desnudos de cualquier espejismo, con la verdad como Bien supremo.
6 comentarios:
Veo que has vuelto.
Yo también creo fervientemente en este mito platónico.
No luches contra tí mismo, disfruta del disfraz cuando debas llevarlo, pero disfruta de ser tú, que cuado lo haces eres de lo mejorcito. Ya sabes, yo también soy experta en derrumbamientos y aún no he encontrado la panacea, seguramente es que la vida consiste en esto...
Un abrazo, cuando quieras
Tienes razón con eso de que todos llevamos la caverna dentro, más que habitarla nosotros a ella. Pero no encuentro la diferencia emocional de una y otra. Todos somos varias personas a la vez, pero somos una sola. Sé que me entiendes.
En este post pareces un poco esquizofrénico. Debes pensar menos y actuar más. Un abrazo.
Tienes razón con eso de que todos llevamos la caverna dentro, más que habitarla nosotros a ella. Pero no encuentro la diferencia emocional de una y otra. Todos somos varias personas a la vez, pero somos una sola. Sé que me entiendes.
En este post pareces un poco esquizofrénico. Debes pensar menos y actuar más. Un abrazo.
¡Pero se está tan bien en la caverna! Calentita y sin que nadie te haga daño...
Oscar, te repites como el ajo! je je je je. ¿De verdad me ves esquizofrénico?
Dorothy no me tientes. Mi cueva es muy fría. tendré que ir a probar la confortabilidad de la tuya.
wonder, gracias por tu aliento. Pero me siento feliz de saber que tengo la caverna dentro.
Jesús, mucho me temo que las cavernas son interiores, intransferibles e invisitables... Además, creo que el hecho de que sea cómoda y calentita es muy mal síntoma, hace que te cueste mucho salir de ella.
Publicar un comentario